Prólogo
4 bailes es una obra de teatro que escribí por el año 2002, hace más de dos décadas. Fue la última con la que sentí que me resquebrajaba al crearla. Tardé años en amarla; la cedí a otros, que la montaron, y luego tuvo su periplo por Europa y Latinoamérica. Siempre que iba a ver uno de esos estrenos me pasaba algo muy bello: era como si la obra me amase, como si tuviera vida propia. Personas, lugares y actores acababan fascinados con la energía de esa historia y algo los cambiaba por dentro.
Pero, como digo, tardé en enamorarme de ella, aunque no paraba de mandarme señales.
En 2009 la monté como la última obra de mi grupo de teatro Los Pelones. Yo interpreté al canguro, y aquello me marcó. Entendí por fin a la perfección a aquel chaval protagonista y me di cuenta de lo mucho que tenía que ver conmigo aunque estuviéramos tan alejados. A la vez, noté que El mundo azul. Ama tu caos estaba ya allí años antes de que lo escribiera.
Desde aquel flechazo, deseé convertirla en una novela de esas que te tocan el corazón, sobre todo porque sabía que, en realidad, en esa historia sobre unos personajes perdidos había algo que podía ayudar a muchos.
No quería que fuera solo una novela; deseaba que también oliera a cine, a teatro y a literatura. De alguna manera, este libro que tenéis en las manos mezcla a la perfección todos los mundos que he tocado: libros, teatro, películas y series. Cada baile me permitía crear un nuevo estilo y una nueva forma de contarlo a través de diferentes narradores y formas de dialogar en el texto. Y, a medida que la adaptaba, más se alejaba de 4 bailes y más se acercaba a El mundo azul. Ama tu caos.
Y es que esta historia se ha convertido en la continuación de ese «Ama tu caos» que tanto os habéis tatuado. Necesitaba saber qué fue de Azul desde que lo dejé hace diez años en ese avión. Es difícil expresar el placer que he sentido reencontrándome con una de mis novelas favoritas.
No os preocupéis si no habéis leído El mundo azul. Ama tu caos. Podéis disfrutar de esta historia sin haber sentido la otra novela. Son dos cuentos autónomos, y cuando viajéis de uno a otro disfrutaréis todavía más. El orden no altera lo que sentiréis con ambos.
Os quiero, lectores, deseo que améis siempre vuestro caos y el roce de vivir. Bailad y sed felices.
ALBERT ESPINOSA
Barcelona, febrero de 2024
PRIMER BAILE
TANGO
El tango siempre introduce una historia. Su música te lleva a iniciar relaciones y a sentir pasiones. Baila un tango si deseas conocer a alguien: sus pasos te mostrarán sus debilidades, sus miedos supurarán al ritmo de la melodía, y su vida entera se te desvelará.
«EL BARQUITO CHIQUITITO» (I)
Había una vez un barquito chiquitito,
había una vez un barquito chiquitito,
que no podía, que no podía, que no sabía navegar…
1
LA OBRA IRÁ PIDIENDO MATERIAL
Mientras intentaba acabar el cuento en las oficinas de aquella editorial, pensé que no recordaba por qué me dedicaba a escribir. Lo había olvidado.
Con los años pasa que olvidas una parte esencial de tu vida. La gente, la ruidosa, acaba con tus sueños y te hace olvidar aquello que amas. Quizá por eso los niños muy pequeños son tan únicos; nadie les ha hecho daño todavía y no necesitan dar codazos. Hasta que un día te hacen daño y todo cambia. Ese instante aparece si apretamos las emociones y apostamos por las pasiones y las personas.
No soy un escritor famoso, ni siquiera reconocido. Me dedico a escribir cuentos infantiles, invento historias y las ilustro. Ninguno de mis libros ha vendido más de mil ejemplares, y en muchos de ellos ni siquiera aparece mi firma, sino que me dedico a plasmar ideas de otros.
Cuando era pequeño, mi padre, que era escultor, se percató de que dibujaba bien y me aconsejó que cuidara ese arte, porque es un don, y a veces los niños pequeños se olvidan y lo pierden. Me pidió que no tuviera prisa. Siempre le gustaba decir esta frase: «La obra irá pidiendo material». De mayor entendí que se refería a todo, a las obras de construcción, a las de arte y, en especial, a la vida. No hay que anticiparse. Cuando haga falta algo, lo notarás y lo conseguirás.
Mi padre era un faro para mí; lo perdí a los nueve años. Siempre he creído que el amor de un padre o de una madre es difícil de encontrar luego en el resto del mundo.